Un sueño de hace cuatro siglos. Por.Juan Gil

Hace unas noches tuve una experiencia interesante, soñé que era un cronista de la época barroca. Y en mi sueño escribía sobre la vida y obra de Caravaggio, Rubens, Rembrandt, Poussin, Zurbarán, Ribera, Velásquez, Vermeer, van Dyck, Murillo.
Viajaba mucho, ganaba bien y todas las puertas se me abrían. Conversaba con ellos mientras realizaban sus obras, y me contaban que sus maderas y lienzos terminaban convirtiéndose en una extensión de su alma, la que siempre estaría presente en cada cuadro, como edecanes, celosos guardianes del íntimo encuentro que tuvieron sus pinceles y sus corazones.
Conocía de primera mano sus criterios en el manejo de la luz, cómo lograban ese magistral claroscuro, esa particular atmósfera que posee cada cuadro, que, aunque luzcan como seres inanimados, posean alma propia, heredada de sus autores.
Ellos y yo iluminados con antorchas, candelabros, velas; ventanales cubiertas con pesadas y tupidas cortinas, que a voluntad del artista, restringían el ingreso de luz para revelar lo mejor de los retratados o los objetos, encontrando así la iluminación idónea.
Me gustaría escribir más, pero soy consciente que mi imaginación no es vasta y como dice el viejo adagio “Si lo pudiste soñar, lo puedes hacer” Entonces me ocurrió coger mi celular y hacer este bodegón que me recuerde ese efímero encuentro onírico con los maestros.
Hasta mi próximo sueño, próximo bodegón.




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