SALTO AL PERIODISMO


Por © Juan Gil

Caminaba en plena avenida José Balta acompañado de Kike, joven practicante en el área de redacción y estudiante de una universidad particular, juntos buscábamos noticias, algo interesante, que tenga una buena historia y de ser posible superar a la que ya teníamos; los periodistas siempre buscamos encontrar algo que supere al mismo hecho transcurrido hace instantes.
Cerca del medio día sentimos una buena historia, digna de una contraportada, se trataba de la intención por parte de un grupo de policías municipales para desalojar a un pequeñín y su madre, quienes apostados en la jardinera de la cuadra 10 de la céntrica avenida, pedían apoyo económico al público que por ahí transitaba.
Antes de acercarnos, raudamente saque mi equipo fotográfico de estreno, una cámara fotográfica digital marca Canon, modelo Power Shot G2 de 4MP, cito éstas características porque como profesional de la fotografía he comprendido que nunca debemos vanagloriarnos por el equipo que poseamos; yo alguna vez lo hice. En casa tenia una cámara Canon reflex con sus lentes intercambiables y un sin números de accesorios, pero en ese entonces el sistema fotográfico digital había llegado al diario y tenia que acondicionarme a esa nueva forma de trabajo, nada del otro mundo, como diría Robert Capa: “Si no tienes una buena foto es por que no estuviste lo suficientemente cerca”.La ventaja de este sistema muy usado ahora, era que el resultado lo ves al instante y por lo consiguiente puedes corregirlo de inmediato.
Aguardando que ocurra lo esperado, mientras observábamos cómo el grupo de alguaciles reunidos coordinaban su estrategia: sólo fuerza sin palabras, nos decidimos adelantarnos a éstos y empezamos a entrevistar a la humilde madre quien visiblemente sorprendida y desconfiada nos narraba su necesidad.
Al notar nuestra acción y presencia los municipales se rascaron la cabeza, era notorio que si actuaban con fuerza nosotros íbamos a registrar todo y solo con informar ya estaríamos denunciando un nuevo abuso de autoridad y como no sabían actuar de otro modo optaron por marcharse.
Mi compañero me hizo una seña apuntándome la oreja, pensé que el quería que escuche algo, luego me explico que mi oreja estaba roja por las maldiciones que seguramente me echaron los policías; bueno, al final ya soy huérfano de madre le dije y nos reímos a carcajadas.

Nace un nuevo periodista
Mientras Kike tomaba información y yo registraba mis imágenes, mucha gente curiosa empezó a acercarse, el cuadro era conmovedor, Julito padecía un extraño mal, el de los huesos de vidrio nos explicaba entre sollozos la madre, necesitaban mucha ayuda económica para un tratamiento en Lima, ya que en nuestra ciudad no habían especialistas para este raro caso y le habían aconsejado que lo lleve al Hospital del Niño en la capital.
La suave voz melancólica acompañada por su charanguito penetraba en lo más profundo de los corazones de todos los que por curiosidad -típica de los Chiclayanos- se acercaban.
La melodía era tan profunda, que obligaba a todo aquel que se asomaba a aportar su granito de arena con moneditas de todo tipo de nominación.
Ya en confianza, la madre con voz resquebrajada y lagrimas en los ojos miraba a su pequeño, el mismo que le devolvía la mirada sin dejar de cantar con su voz aun mas melancólica al ver a su madre llorar y sufrir por él.
Poco antes de terminar la madre recogió el tarrito lleno de monedas y lo volvió a colocar sorprendente y milagrosamente diría yo, el mismo tarrito empezó a llenarse por segunda vez. Talvez si solo hubiéramos pasado por ahí y haber dejado una limosna esta historia nunca me hubiera ocurrido por lo consiguiente tampoco habría despertado en mi el proponerme estudiar periodismo ya que hasta ese entonces era sólo reportero gráfico y no tendría por ese entonces la oportunidad de escribir esta breve historia.

De habernos escondido en alguna tienda cercana, tendríamos talvez fotos impactantes de una intervención y desalojo pero debió ser así, soy periodista y de los buenos ¡carajo! no recurro al sensacionalismo para mostrar una buena noticia. Al despedirnos de esta pareja y continuar por nuestra ruta divisamos unos colegas de otros medios y les mencionamos solo una parte de la historia. El pequeño y su madre saldrían por la tv local pidiendo ayuda, estoy seguro que durante esos minutos y rodeados nuevamente por reporteros llamarían otra vez la atención de los transeúntes; y ese milagroso tarrito volvería a llenarse otra vez de monedas.

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