Si juro, soy católico. Amén

De José Antonio, no el que venía cabalgando por una vereda, sino el capellán de la Facultad de Humanidades y también buen amigo, puedo decir que tenemos algo en común: nuestro segundo nombre. Me dio la oportunidad de tener un encuentro más cercano con nuestro Dios, al ser él quién tuviera la misión de hacerme cumplir parte de los sacramentos de nuestra Iglesia Católica; específicamente mi Primera Comunión, Confirmación y Matrimonio junto a mi adorada esposa Gladis. Más que nervioso estaba emocionado por este acontecimiento. A mis 36 de años de edad de los cuales 15 tenía tomando fotos en cuanta liturgia cubría por mi trabajo como reportero, nunca tuve la oportunidad de recibir el Cuerpo de Cristo, y saber de primera fuente ese diálogo tan bajito que tienen el sacerdote con el fiel a la hora de la comunión. Tampoco había confirmado ser soldado de Cristo. Del matrimonio ni hablar; por primera -y de hecho que única vez- también estaba diciéndole sí acepto a la mujer que más amo.
Antes de llegar a tanta felicidad tenía que cumplir con ciertos requisitos… Uno de ellos era la confesión sacramental: sí, la confesión, ese temido, escalofriante pero ansiado momento llegó a mí. La describo así porque como ser humano, hacedor en potencia de cosas desagradables tenía que buscar y encontrar un momento para aliviarme de tantos pecados acumulados. Sabiendo de la gran bondad del Todopoderoso y por medio del padre José Antonio conocí lo que es el pedir a Jesucristo, Dios que se hizo hombre, tener piedad de mí por ser pecador.
La primera vez que en mi vida comulgué tuve temor, pero temor por olvidarme de algo grave que por nerviosismo omitiera. Era la primera vez y como tal tenia que ser la mejor.

El autor de este testimonio junto a Gladis y al Padre José Antonio

3 comentarios:

  1. Que bien Juancito, te felicíto por esa gran decisión, es muy bueno tener a Dios en nuestros corazones y en nuestros hogares.
    Saludos desde Lima. tu tía Anselma

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  2. Mi profeee: recién pude chequear su blog...Qué bueno, son las perqueñas grandes gotitas de gracia con las que nos empapa Diosito... Ánimo y Adelante...

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  3. Que bueno... es importante siempre tener la bendición de Dios, nos ayuda a crecer y mas aun si forman una pareja y familia .. dios los bendiga

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